TESOROS DE LA ANTIGUA GRECIA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE LA HABANA

Lic. Miguel Angel García Alzugaray

Estimados amigos:

Hoy tengo el placer de invitarles a realizar una visita virtual al Museo de Bellas Artes de La Habana que atesora en sus salas una valiosa colección de arte de la Grecia Clásica y Helenística.

El patrimonio artístico de este Museo compuesto por tres locales independientes que albergan más de 45.000 piezas, es considerado uno de los más importantes de América Latina y el Caribe. Conjuntamente con la mayor colección de arte cubano del mundo, conserva piezas de las más importantes escuelas plásticas europeas, así como muestras del arte de Latinoamérica y los Estados Unidos. Cuenta el museo además con destacadas piezas de arte antiguo, que abarcan colecciones de Grecia, Roma y Egipto.

Esta colección de arte antiguo es la más grande de América Latina y una de las más importante del mundo. Aunque poco conocida en América y prácticamente desconocida en Europa y otros continentes, es representativa por la variedad de estilos, buen estado de conservación de las piezas y, sobre todo, por su valor didáctico, lo que constituye una especificidad que no poseen otras colecciones famosas, debido a que ofrece la poco común posibilidad de poder estudiar casi todos los períodos del arte de la antigüedad, a través de ejemplos de alto valor artístico.

Esa valiosa muestra se despliega ahora en el otrora «salón de fiestas» (4to. piso) del antiguo Centro Asturiano, transformado espacialmente en tres grandes sectores, correspondientes con las tres grandes culturas de la antigüedad: Egipto, Grecia y Roma.

Integradas a la arquitectura originaria del inmueble, un majestuoso palacio de 6 pisos y una manzana de superficie ubicado frente al Parque Central en el Casco Histórico de la Habana Vieja, que mantiene la esencia de su decoración general, las soluciones museográficas se insertan en subniveles conectados entre sí por pasarelas y escaleras. Ellos permiten separar períodos o áreas temáticas, así como crear puntos de vista diversos sobre conjuntos y objetos.

En total son cerca de 700 piezas que -dispuestas en una superficie de 1 200 m2.

La colección de arte antiguo se muestra en orden cronológico y geográfico. Fue donada al museo por Joaquín Gumá, Conde de Lagunillas que sentía pasión por el arte antiguo.

Cuando a mediados de la década del 40, el doctor Joaquín Gumá Herrera (La Habana, 1909-1980) adquirió en el mercado de arte norteamericano las primeras piezas de arte de la Antigüedad, tal vez no se imaginó el vertiginoso enriquecimiento y el reconocimiento internacional que adquiriría su colección a lo largo de los años.

Descendiente de una familia de la nobleza criolla, Gumá poseyó una amplia cultura que sustentó su pasión hacia el coleccionismo. Desde temprana edad se había sentido atraído por el mundo griego y, en especial, por el período clásico. De ello dio testimonio en una conversación sostenida con representantes de las instituciones que regían el Palacio de Bellas Artes a fines de 1955, fecha en que decidió llevar su colección a ese centro cultural. Sus lecturas infantiles favoritas -relató- eran las referidas a las grandes conquistas de Alejandro y, posteriormente, a la extraordinaria civilización que a éste cautivara. Por eso, no es de extrañar que tras sus primeras adquisiciones -de arte egipcio- pusiera el mayor empeño en coleccionar obras griegas: primeramente, esculturas, y después, en forma inmediata y preferente, cerámicas.

Un análisis de su correspondencia privada arroja que los orígenes de la colección de Gumá se remontan a 1943, aunque «entre los documentos relativos a las adquisiciones no se ha encontrado alguno con fecha anterior a 1945», según refiere Miguel Luis Núñez Gutiérrez. Como bien apunta este investigador, es muy probable que su dueño «haya tenido intenciones de empezarla antes, pero la guerra hacia imposible la adquisición de piezas del otro lado del Atlántico y probablemente tampoco lo facilitara en los Estados Unidos, además de ser inseguro su transporte. Finalizada la guerra, se modificaba la situación y era un período favorable para hacer adquisiciones en razón de los precios más bajos».

Tras hacerse miembro -en 1945 y 1946, respectivamente- del Museo Metropolitano de Nueva York y del Museo de Bellas Artes de Boston, en lo adelante Gumá aprovecharía inteligentemente su relación con los curadores de dichas instituciones para verificar las obras adquiridas o por adquirir. Así conocería -entre otros- al señor Dietrich von Bothmer, afamado arqueólogo y curador de antigüedades clásicas de esa institución neoyorkina, quien se convertiría luego en su amigo y principal asesor.

Los vasos griegos de la colección del "Conde de Lagunillas" aparecían mencionados en varias publicaciones y muchos de ellos se exhibían en museos extranjeros. Además, otras instituciones de este tipo habían recibido donaciones del coleccionista. Su correspondencia con afamados arqueólogos de la rama fue amplia y el número de interesados en conocer la totalidad de la colección, cada vez mayor.

Pero el hecho de mantener en el hogar la colección, de casi quinientas piezas, trajo consigo un problema para su conservación. En esta misma época se inauguraba el Palacio de Bellas Artes, y en su tercer nivel el Museo Nacional. El Conde de Lagunillas ofreció llevar a esta institución su colección en carácter de depósito permanente. El montaje se estructuró desde un punto de vista cronológico y el trabajo museológico de selección, clasificación de exponentes y organización técnica fue asumido por el propio Gumá, conjuntamente con el doctor Francisco Prat Puig, reconocido arqueólogo y profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oriente.

Desde sus inicios, la sección de arte griego de la Antigüedad fue el centro fundamental de la colección, debido a la cantidad y la calidad de las piezas que posee(más de 300).

La propuesta museológica para el arte griego no altera, en esencia su concepción desde la época primitiva: un primer núcleo de las culturas cicládica, minoica, geométrica y arcaica de pequeño formato. Una sección nos muestra entre otras, producciones tan tempranas como un ídolo cicládico del 2500 a.n.e., gemas micénicas y vasos de cerámica del período geométrico.

Las esculturas están ubicadas de manera cronológica, y pueden disfrutarse cabezas de distintos periodos, arcaico, clásico, y helenístico. Se destacan: la cabeza escolástica, una cabeza de la diosa Afrodita (aprox 450 a.C), la cual presenta la particularidad de tener pequeñas perforaciones en su parte superior para colocar una diadema metálica, cabeza de Alejandro Magno y otra del dios Zeus-Serapis, ambas del periodo helenístico, y una estela griega del desnudo atlético masculino del siglo V, A.C.

Sin duda el punto culminante del recorrido por esta colección, por el alto número de exponentes, la integralidad de los mismos y su valor testimonial es la Sala de Cerámica. En ella pueden encontrarse vasijas de lujo, de todos los periodos, técnicas y formas de producción.

La mayoría de los vasos posteriores son de procedencia ática, y buena parte de ellos estuvo destinada al culto funerario. Entre la multiplicidad de temas pictóricos representados se destacan los mitos pues no menos de cincuenta vasos abordan antiguas leyendas de la Hélade, que permiten apreciar la concepción de la pintura griega en cuanto a la simplicidad y apreciación de la figura humana. La distribución cronológica atendiendo a la época, estilos y centros de producción facilita la comprensión del fenómeno.

Entre estas cerámicas resaltan la hidria ática de figuras rojas del Pintor de Berlín, que tiene como decoración la lucha de Apolo y Heracles por el trípode, varios kilixy cráteras de cerámica negra y roja, así como un ánfora con escena de la amazonomaquia a caballo.

Desplegadas en vitrinas concebidas como grandes prismas de vidrio que -soportados por estructuras de acero- son iluminados interiormente con fibra óptica.

Así, sumergidos en una atmósfera casi mágica, los vasos griegos destellan tenuemente con su inefable belleza, aquella que hizo expresar al doctor Gumá en carta del 8 de junio de 1949 dirigida a su futuro amigo:

«Créame, Sr. von Bothmer, que después de haber visto su gran entusiasmo y gran conocimiento de los vasos griegos, usted me transmitió parte de lo primero; desgraciadamente, yo nunca sería capaz de reunir ambas cualidades. Indudablemente, el desarrollo de los vasos griegos es la más completa e interesante rama de la arqueología. Cuando se entiende bien es algo apasionante. De ahora en adelante esté seguro que trataré especialmente de completar mi colección, tanto como pueda».

Pero en el centro de estos maravillosos exponentes, descuella la que es sin duda la pieza madre de la colección de cerámica: una impresionante ánfora Panatenaica de los hoplitodromos, con la escena de la carrera de los Hoplitas,adquirida en Italia en los años 50 del pasado siglo por Gumá que en octubre de 1954 presta al Museo Metropolitano como ya había hecho anteriormente con otras obras y a otros museos.

Como se recordarán, una categoría especial y particular de vasijas de figuras negras son las llamadas ánforas panatenaicas, que eran ofrecidas como premio, llenas de aceite de los olivos sagrados del Ática, a los vencedores en los Juegos Panatenaicos que se celebraban en Atenas cada cuatro años.

Era tan importante para la vida de los helenos el producto del olivo que cuando la diosa -según reza la mitología- les regaló el primero, no dudaron en levantarle templos por todas partes, incluyendo el Partenón, y en celebrarle cada cuatro años estos juegos nombrados panateneas.

En los entrenamientos deportivos se podía encontrar a los jóvenes empavesando su cuerpo desnudo con aceite de oliva, y retirándolo, después de los ejercicios, con un instrumento llamado estrígilo con el que eliminaban la capa de suciedad de la piel. El mismo aparece en la muestra acompañado de esponja y aríbalo, platillo que contenía el óleo; una tríada perfecta que los griegos inventaron para no eludir, a falta de jabón, el aseo personal.

Por su parte, la técnica de figuras negras se deriva de la corriente miniaturista de la cerámica corintia, aunque sea en el Atica donde adquiere esplendor. Su influjo se reconoce claramente en torno al año 560. En primer lugar se preparaba la superficie del vaso, cuya tonalidad anaranjada cobraba fuerza. Luego se trazaban los contornos de las figuras y una vez definidas y delimitadas, se aplicaba en el interior una especie de barniz parduzco-negro, de modo que se obtenían siluetas. Por último, la bicromía era enriquecida con detalles incisos y con leves toques de color blanco.

La muestra justifica ampliamente la cita utilizada por el Dr. Luis de Soto Sagarra, quien fuera profesor auxiliar de la Escuela de Letras y Filosofía de la Universidad de La Habana, para resumir las cualidades de esta manifestación: "La cerámica...es como un comentario ilustrado de toda la antigüedad griega..." .

Después de la muerte del Dr. Gumá, en 1980, se encontraron en su residencia un torso praxitélico y varios fragmentos de cerámica que se expusieron en salas al igual que un escifo que la institución había adquirido poco antes de la colección de la Sra. Lidia Cabrera (9).

Existe aún un amplio fondo de tesauro almacenado que por diversas razones, fundamentalmente espaciales, será posible exponer solo de manera transitoria.

Resumiendo lo expuesto, podemos afirmar que la existencia de la Colección Condes de Lagunillas, legado excepcional, durante más de medio siglo de vida expositiva, ha sido orgullo del patrimonio cubano y gema preciosa del Museo Nacional de Bellas Artes.

Visitada por miles de personas desde su inauguración el 30 de mayo de 1956, la Colección Condes de Lagunillas ocupa un lugar relevante en el mundo de la arqueología. Muchos de sus exponentes se pueden encontrar en diversas obras, catálogos y monografías de reconocidos especialistas como las del famoso arqueólogo inglés John Beazley, autoridad en el análisis estilístico de la cerámica griega. Asimismo, a ella se han referido la egiptóloga polaca Jadwiga Lipínskaia, el arqueólogo español Ricardo Olmos y especialistas de la Universidad de Humboldt de Berlín. La Colección
Lagunillas ha sido y es objeto de estudio en cursos de postgrado, entrenamientos y seminarios.
También se ha dado a conocer en eventos científicos nacionales e internacionales en Alemania,Inglaterra, España, Francia los Estados Unidos y Grecia.

Por ello queridos amigos, si se embullan un día a darse una vuelta por La Habana, ¡no se olviden de visitar esta valiosa colección!.

Mientras tanto, pueden consultar también: Arte de la antigüedad: salas del Museo Nacional de Bellas Artes ...

books.google.com/books/about/Arte_de_la_antigüedad.html?id...

1 Ene 2006 ... Arte de la antigüedad: salas del Museo Nacional de Bellas Artes ... Greek

classicobjects and philologist Ana Vilma Castellanos Bisset with texts ...

Fuentes

-Castañeda, Mireya. Granma Internacional. Bellas Artes: un Museo

Nacional secular y contemporáneo

-Carpentier, Alejo; ―Un nuevo museo americano‖; Letra y Solfa; Artes

Visuales 3, 26 de mayo de 1957, pp. 213- 214. Editorial Letras Cubanas,

La Habana, 1993.

↑ -Rigol, Jorge. ―Síntesis Histórica del Museo Nacional de Cuba‖. Museo

Nacional de Cuba. Editorial Letras Cubanas/ Editorial de Artes

items

• Cardet Villegas, Ernesto: Apuntes acerca de la Colección de Arte de la Antigüedad Condes de Lagunillas. Revista Semestral del

Museo Nacional de Bellas Artes.

-Opus Habana. La colección de Lagunillas

-Miguel Núñez Gutiérrez: «Historia de la Colección», Catálogo de los vasos griegos del Museo Nacional de Bellas Artes. Ricardo Olmos. Ministerio de Cultura, Madrid, 1993, p. 24.


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