EL CANAL DE LOS FARAONES

Lic. Miguel Angel García Alzugaray

 Las primeras referencias a un canal entre el Nilo y el mar Rojo están datadas al final del Imperio Antiguo, y de ellas se desprende que no era navegable, ya que se desmontaban los barcos traídos de Biblos para llevarlos a los Lagos Amargos y volver a montarlos allí. Desde los lagos al mar la ruta seguía el curso natural del agua.

En el Imperio Medio la parte sur de esta ruta estaba bloqueada y se usaba el uadi Hammamat, hasta que durante la dinastía XII se restauró el canal de Tumilat, que se usó como vía comercial durante los reinados de Hatshepsut y Tutmosis III.

Las fortificaciones del Camino de Horus entre los lagos y el Delta protegían el canal desde tiempos de Senusert, y las ciudades de Ramsés, Pi-Ramsés y Pi-Atum tenían la misma finalidad.

A pesar de su valor estratégico y económico, el canal fue abandonado en muchas ocasiones, quedando sobre sepultado bajo la arena después de los ramésidas hasta la llegada de los persas.

En el año 1250 a. C. Ramsés II decidió ampliar el canal de modo que los barcos mercantes alcanzasen fácilmente el Nilo, y por tanto su capital, Pi-Ramsés. Para ello hizo un canal de cerca de cien kilómetros por el Uadi Tumilat, llevando gran cantidad de obreros, que hasta entonces trabajaban en otras obras de Nubia o el Delta, y contratando cuadrillas de extranjeros.

La vía de agua conducía desde Bubastis en el brazo Pelusiaco, hacia la la ciudad almacén de Pi-Atum, y desembocaba veinte kilómetros al este de la ciudad, emplazada cerca del lago Timsah. Ahí Ramsés interrumpió los trabajos, parece ser que por un error en las mediciones que dieron como resultado una diferencia de altitud insuperable entre el mar Mediterráneo y el Rojo. Esas mismas mediciones erróneas impidieron en 1799 la construcción del canal de Suez planificada por Napoleón.

650 años después Necao prosiguió con la construcción, uniendo el lago Timsah con los lagos Amargos. No continuó hasta el mar porque un oráculo le advirtió que el canal serviría como punto de acceso para una invasión. Heródoto informó que 120.000 hombres perdieron la vida en este proyecto.

Fue el rey persa Darío quien terminó la construcción cien años después, hacia el 500 a. C. Limpió el canal, y lo amplió hasta Suez. El resultado fue una vía de unos 45 m de anchura, lo que permitía que dos naves pudieran cruzarse sin problemas, con un camino de sirga para remolcarlas con cuerdas desde tierra.

Mandó erigir tres estelas de granito rojo (con inscripciones en egipcio, arameo, persa antiguo, elamita y babilonio) en Pi-Atum, Kabret y Suez que decían: Yo, gran rey de Persia he tomado Egipto.

Los primeros barcos que lo recorrieron fueron veinticuatro trirremes persas que lo hicieron en presencia de Darío, sacando de Egipto el botín de guerra.

La reapertura del canal convirtió a Egipto en uno de los centros de la economía persa en sustitución de Mesopotamia, ya que la ruta marítima unía el Indo, Persia, Arabia, el mar Rojo, y los puertos de Fenicia y Jonia: esta vía sustituyó a las caravanas que llegaban de Oriente a Babilonia.

Diodoro escribió en el siglo I a. C. que el canal seguía operativo, pero tras la conquista romana volvió a quedar cegado hasta que Trajano, dentro de su política de mejora de las vías públicas, dio la orden de limpiarlo, momento en que recibió el nombre de Río de Trajano o Augustus amnis, por lo que la zona recibió el nombre de Augustamnica.

El mantenimiento no fue constante y a finales del siglo III estaba cegado de nuevo.

Tras la conquista árabe, el canal se limpió en el año 641 por orden del Califa Omar, y estuvo en funcionamiento hasta que Al-Mansur ordenó su cierre por motivos militares: los mismos que tuvo Necao para no completarlo.

FIN


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