TEOPOMPO DE QUIOS, ¿UN HISTORIADOR IMPARCIAL DE FILIPO II DE MACEDONIA?

Lic. Miguel Angel Garcia Alzugaray

Se ha especulado que a principios de la primavera del 336 a.C, el destacado historiador y orador Teopompo de Quíos, que era amigo de Aristóteles y de la familia de Lánice,la nodriza de Alejandro Magno, visitó en secreto Pella, por esos tiempos la nueva capital de Macedonia ya que deseaba obtener información directa de la corte para la monumental obra en 58 tomos denominada "Filípicas" que estaba escribiendo.

Esta visita debió complacer en gran medida al rey Filipo II que se desvivió por atender personalmente al historiador, deseoso de que éste reflejase en su obra las hazañas que había realizado pensando ganar con ello la inmortalidad.

Lo que de cierto se sabe, es que en el 333-332 a. C, gracias a la intervención de Alejandro Magno, Teopompo regresó a Atenas desde Esparta donde vivía exiliado,. Cuando Alejandro murió, hubo de partir hacia Egipto, donde encontró la protección de sus amigos.

¿Que más sabemos sobre la vida y obra de este historiador?.

Según Dionisio de Halicarnaso, Teopompo no sólo fue un gran historiador, sino un orador excelente y uno de los discípulos que honraron más la escuela de Isócrates.

Teopompo nació en la isla de Quíos (380-323 a.C), en el Egeo. su padre, Damisístrato, le dio una educación esmerada. En las discordias entre Tebas, Atenas y Esparta, su familia se pronunció por Esparta, lo que motivó la salida de su tierra.

En Atenas Teopompo había asistido a la escuela del famoso orador Isócrates, haciendo numerosos viajes para documentar sus obras.

Aunque en sus escritos predominaba un estilo moralista, distinguiéndose por sus críticas a la vida privada de Filipo, a la vez apoyaba sus acciones políticas que era en definitiva lo que deseaba el rey macedonio.

Teopompo que ya había reunido muchos datos sobre las campañas macedónicas en Atenas, Tebas, Corinto y otros lugares, se entrevistó varias veces con Olimpia de Epiro, su hijo Alejandro ,así como con los principales generales de Filipo, consultó correspondencia y documentos de Estado, recorrió la ciudad de Pella y sus alrededores,habló con veteranos y gentes sencillas del pueblo, para conocer más sobre la vida de la familia real.

Las Filípicas comenzaban con la ascensión al trono de Filipo II de Macedonia en el 359 a. C. y concluían con su muerte en el 336 a. C, de la que tal vez el historiador fue un testigo excepcional.

A pesar de que el espacio temporal cubierto era pequeño, su idea de que el advenimiento de Filipo significaba el inicio de una nueva era hizo que su relato se convirtiese en una pequeña historia universal, pues las hazañas de este soberano no eran más que el marco en que se inscribían sus narraciones, a modo de digresiones, sobre persas, griegos y sicilianos.

A veces se acusa a Teopompo de estar parcializado a favor de Filipo II de Macedonia, pues alaba demasiado sus victorias. También se le imputa caer en contradictiones, pues aunque en el propio proemio como en el conjunto de su exposición, presenta a Filipo II como muy tramposo y vicioso, al comienzo de su obra afirmaba que la incitatión fundamental que le inducía a acometerla era el hecho de que nunca Europa hubiese producido un hombre tan grande como Filipo. Polibio es particularmente crítico en este sentido.

Ahora bien, si consideramos el testimonio de Dionisio de Halicarnaso (que es, por su amplitud, uno de nuestros documentos fundamentales para acercarnos a la personalidad de Teopompo)" subraya que hay un rasgo de la actividad de este historiador que ningún otro ha desarrollado con un rigor y vigor comparables, el de, para cada actión, poner de manifiesto las motivaciones ocultas de los hechos y de sus autores, y sus afecciones anímicas, tenemos que aceptar entonces que Filipo, según Teopompo, había triunfado de algún modo a pesar de sus vicios, sin que la visión global que el historiador presentaba del monarca le fuese hostil.

Esta hipótesis sería válida si admitimos que Teopompo era admirador de los hechos basados en la naturaleza y no en las convenciones, y que, en consecuencia, era aliado del hombre natural, no de la moralidad conventional, un devoto de la simplicidad primitiva, y no del exceso helénico de civilización.

Al parecer, Teopompo supo apreciar lo que de genial como militar y estadista tenía la personalidad de Filipo, y de que la figura moral del soberano macedonio poseía una turbia grandeza que no escapó a Teopompo y que Polibio tradujo en las categorías moralizantes de «mujeriego, borracho, brutal y pendenciero», etc. Pero Polibio no fue en mi opinión capaz de comprender el alcance de la visión de Teopompo sobre Filipo II de Macedonia (seguramente porque era incapaz de apreciar) un acercamiento fundamentalmente psicológico a la historia. También fue incapaz de comprender el papel que quisieron desempeñar historiadores de la talla de Teopompo o Timeo: lo que se manifiesta en la presentatión formal de su obra, en gran medida, como invectivas.

De ser así, debemos considerar a Teopompo un historiador objetivo e imparcial, más cercano por su método de análisis a la historiografía moderna que el resto de sus contemporáneos.

Por desgracia, se han perdido todos los trabajos de este singular historiador, pero es conocido por las largas citas que hacen de él otros autores. Además de las Filípicas, escribió unas Helénicas ,continuación de la obra de Tucídides, que abarca desde el 410 a. C. hasta la batalla de Cnido.

Algunas partes de su obra llegaron a publicarse exentas, como es el caso de la compilación que Filipo V mandó hacer sobre las hazañas de sus ascendientes (que ocuparon un total de dieciséis libros); también la historia del maravilloso país de Merópide, que formaba parte de los libros ocho y nueve de las Filípicas, se publicó con el título de Thaumasia. Aparte de esta producción histórica, sabemos que compuso varios discursos epidícticos, conocidos por Encomios (a Filipo, Mausolo o Alejandro), cartas y realizó un epítome de la obra de Heródoto en dos libros.

Bibliografía

-JACOBY, F., Die Fragmente der griechischen Historiker, Leiden, 1957 (primera edición, Berlín, 1929), fr. 115.

-MOMIGLIANO, A., Terzo contributo alla storia degli studi classici, 1966, pp. 367 y ss.

-Las Filipicas de Teopompo y la tradition de la caracterizacion psicologica en la literatura griega. J. Lens.

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