LA BATALLA DE LEUCTRA: GENIAL VICTORIA DE EPAMINONDAS

Lic.Miguel Angel García Alzugaray

Las derrotas de Esfactaria y Egospótamos hicieron cambiar la formación del ejército en los siguientes aspectos:

Se produce una especialización del ejército: su composición fue cada vez más heterogénea: aumenta la infantería ligera, se aumenta la caballería, aparecen profesionales de la guerra que destacaron en ciertos cuerpos por su especialidad como los arqueros cretenses, peltastas tracios, etc. La especialización y la profesionalidad se impusieron al ejército tradicional. Esto repercutió en las ciudades sitiadas que formaron un sistema de fortificación, murallas reformadas, almenas más altas, se realizaron incursiones contra las máquinas de asedio.

Aparece el mercenariado: Los ciudadanos habían perdido todo el interés por la defensa de sus propias ciudades, debido a las continuas guerras y la ruina que con llevaban. Consideraban el servicio militar como una carga demasiado dura, a cambio el estado cobraba impuestos a sus ciudadanos con el que pagaba los mercenarios que les sustituían en la guerra. Este mercenariado en una época de guerras endémicas se enrolaban muchos pobres y descarriados, atraídos por los sueldos. Esto hizo que los ejércitos disminuyesen de tamaño.

Aprovechando la debilidad de Atenas, que fue derrotada en 404 AC. Con el cambio de siglo, se creó la liga de Beocia. Ésta ya se había convertido en una potencia militar tremendamente poderosa. En el verano del 395 AC, estaba organizada en once distritos que servían tanto para la administración fiscal, como política o militar. Por cada una de estas circunscripciones o distritos se elegía un beotarca, máximo cargo militar dentro de la Liga. Los beotarcas formaban un colegio de once magistrados, elegidos cada uno por un distrito de la Liga. Ejercían el poder ejecutivo bajo la autoridad del consejo federal, dividido en cuatro secciones. Asumían el mando del ejército federal. Representaban a Beocia en las relaciones entre ciudades, recibían y enviaban embajadores.

Los beotarcas eran elegidos entre octubre y noviembre y entraban a tomar posesión del cargo en enero. En campaña formaban todos ellos el consejo de guerra y siempre era un beotarca tebano quien ostentaba el mando supremo del las fuerzas coaligadas (nunca operaban fuera de Beocia con un beotarca solo, debían ir siempre al menos dos o tres).

Cada distrito debía enviar bajo el mando de un beotarca: 1.000 hoplitas (3 batallones o moras), 100 jinetes (tres escuadrones o hilas), 1.000 infantes ligeros (psiloi) y 100 soldados de infantería montada (hamippoi pezoi). De este modo, el contingente total que podía reunir la liga Beocia ascendía a 24.200 soldados repartidos en cuatro cuerpos fundamentales: 11.000 hoplitas, 1.100 jinetes, 11.000 psiloi y 1.100 hamipos. Estos dos últimos eran infantes ligeros que pertenecían a las clases políticamente no privilegiadas. Nunca se movilizaba el ejército completamente y normalmente acudían a la llamada de la liga, entre 6.000 a 8.000 hoplitas y entre 600 a 800 jinetes.

El hiparco federal beocio, al que se debe distinguir de los hiparcos locales, era el jefe supremo de la caballería beocia y quizás mandara también a los hamipos o la infantería montada. La caballería beocia estaba dividida en unidades, cuyo nombre oficial era hilas, escuadrones de 30 a 40 jinetes mandados por un hilarco.

Los batallones de hoplitas o moras estaban compuestos por unos 300 hombres, el más famoso era el batallón Sagrado de Tebas que estaba compuesto por 150 parejas de homosexuales amantes y que era un ejército permanente pagado por el estado y que tenía su residencia en la ciudad de Cadmea.

Cada batallón o mora estaba mandado por un morarca y estaba formado por 3 compañías o lochos cada una mandada por un lochagos, esta se componía de dos pentecosteros de unos 50 hombres, y estas e a su vez se dividían en dos enomotias que se componían de dos filas de 12 hombres que podían doblarse en 4 filas de 6 hombres. (la formación anterior era de 3 filas de 8). Esta nueva formación le deba más flexibilidad.

Antecedentes del combate.

La disputa estalló cuando una coalición de ciudades-estado de Beocia apeló a Esparta para que les liberase del control político de Tebas. Los espartanos exigieron que los tebanos retirasen a su ejército de ocupación, pero éstos se negaron, por lo que el rey espartano Cleómbroto I marchó a la guerra desde Focea.

En lugar de tomar la ruta más fácil hacia Beocia a través de un desfiladero, los espartanos marcharon cruzando los montes, llegando por sorpresa y tomando una fortaleza y doce trirremes tebanas antes de que nadie se diese cuenta de su presencia.

El ejército espartano estaba compuesto de unos 11.000 efectivos: de los cuales había 2.000 hoplitas espartanos, 1.500 focenses, 1.000 arcanianos, 2.000 corintios, 2.000 arcadios y. En total 8.500 hoplitas de los cuales 400 eran espartiatas o élite espartana, además disponían de 1.000 jinetes y 1.100 psiloi o tropas ligeras (300 espartanos, 500 tracios y 300 focenses). Establecieron su campamento en unas alturas cerca de la ciudad de Leuctra y esperaron al ejército beocio.

El ejército de la liga de Beocia liderada por el beotarca Epaminondas, consiguió reunir 8.000 hoplitas de los cuales 6.500 eran tebanos entre los que se encontraba el batallón Sagrado, y 1.500 de Beocia, Sicion y Elaia; 1.500 jinetes y 1.000 psiloi o infantería ligera. Establecieron su campamento en una elevación frente a los espartanos.

Algunos de los comandantes tebanos en un primer momento consideraron prudente retirarse tras los muros de Tebas e invitar a un asedio en lugar de enfrentarse a los temibles espartanos en una batalla abierta. Sin embargo, Epaminondas los convenció de lo contrario.

Ya los había vencido en Tegira y les recordó la violación notoria de dos vírgenes locales por dos espartanos en Leuctra. Las dos víctimas se habían suicidado por la vergüenza, y se había establecido un monumento en su memoria. Epaminondas hizo un homenaje delante de este monumento antes de la batalla e hizo pintar una serpiente en los escudos afirmando que al golpear la cabeza de la serpiente (el ejército espartano), la serpiente moriría.

Desarrollo de la Batalla.

Cleombroto desplegó su ejército en cuatro divisiones: a la derecha como siempre los espartanos (2.000), a continuación focenses y arcadianos (2.500), a continuación los corintios (2.000), después los arcadios (2.000) situó en las alas repartidos su caballería y su infantería ligera.

Epaminondas fue mucho más innovador y puso su caballería e infantería ligera frente a su propia formación de falange. Desplegó a sus hoplitas también en 4 divisiones, la su izquierda extraordinariamente profunda 48 filas de los hombres (cuadruple de los normal), e hizo su frentes más estrechos que los espartanos. El batallón Sagrado (300) también se posicionó en la banda izquierda, los 1.500 aliados beocios fueron estacionados en el flanco derecho, y las otras divisiones con 8-12 hombres de profundidad.

La batalla dio comienzo el 6 de julio de 371 a. C, con los peltastas mercenarios espartanos (hostigadores armados con jabalinas) atacando y haciendo huir del campamento beocio a los acompañantes y a otras personas que no deseaban luchar. A continuación se produjo un enfrentamiento de las caballerías de ambos bandos, en la que los tebanos lograron expulsar a sus enemigos del campo de batalla.

Inicialmente, la infantería espartana se vio descolocada cuando la huida de su caballería interrumpió el intento de Cleómbroto I de superar a la falange tebana por los flancos, y se encontraron a su vez atacados por el flanco por Pelópidas y el Batallón Sagrado de Tebas. Fue entonces cuando tuvo lugar el encuentro decisivo entre las principales fuerzas de Tebas y Esparta.

La práctica habitual de los espartanos (y, en general, de todas las batallas hoplíticas en la Antigua Grecia) era establecer una masa compacta de infantería pesada, denominada falange, de 8 a 12 filas de hombres. Se consideraba que ahí se encontraba el equilibrio entre la profundidad (y el empuje que suponía) y la longitud (espacio que podía cubrir la primera línea de la falange). La infantería avanzaría en bloque de forma que el ataque resultase en un impacto de toda la falange contra el enemigo.

Por otro lado, la falange tenía tendencia al avanzar de desplazarse hacia la derecha, debido a que al cargar con la lanza en la mano derecha y el escudo en la izquierda, los soldados buscan inconscientemente la protección del escudo del soldado que se encuentra a su derecha. Los comandantes griegos normalmente combatían este efecto situando a sus tropas con mayor experiencia y de más renombre en el ala derecha (para contener el movimiento), mientras que las tropas más débiles o novatas se situaban a la izquierda.

En cambio, Epaminondas colocó a sus tropas de una forma completamente distinta a la tradicional. Situó a toda su caballería y a una columna de cincuenta hombres de profundidad de infantería tebana (la de élite, en su caso) en su ala izquierda, y envió a esta masa de soldados directamente contra el ala derecha de Esparta. Por su parte, el centro y el ala derecha de su formación eran mucho menos profundas y más débiles, pero se situaron de forma que fueran retrocediendo para estar cada vez más a la derecha y en la retaguardia de la columna principal, en una formación oblicua.

Los hoplitas se encontraron, y la formación tradicional de doce líneas de profundidad de Esparta comprobó que no era capaz de aguantar el impacto de la columna de cincuenta hombres que habían colocado contra ellos. Hubo un breve encuentro en el que los espartanos trataban de mantener atrás la masa gigantesca de tebanos y del Batallón Sagrado hasta que fueron literalmente barridos por la columna. El ala derecha espartana fue derrotada con bajas de unos 1.000 hombres, de los cuales 400 eran espartiatas (tropas de élite de ciudadanos espartanos), y entre los que se encontraba el rey Cleómbroto.

Para cuando el centro y la derecha del ejército tebano habían avanzado lo suficiente como para enfrentarse al enemigo, el ala derecha de Esparta había sido devastada. En esa situación, y viendo a su ala derecha derrotada, el resto del ejército peloponesio, compuesto por aliados y otros combatientes con poco interés en la batalla, se retiraron y dejaron al enemigo el control del campo de batalla. Por otra parte, la llegada de un ejército de Tesalia sirvió para que un segundo ejército espartano comandado por Arquídamo II decidiera no intervenir y retirarse, mientras que los tebanos prefirieron cesar su persecución sobre los espartanos supervivientes.

Consecuencias de la batalla.

La derrota de Esparta condujo a la desintegración de la liga del Peloponeso, ya que muchos de sus aliados llegaron a ser independientes, o cambiaron la lealtad a Tebas, y a la aparición de la Liga Arcadia liderada por Tebas.

La batalla de Leuctra tuvo una gran repercusión en la historia de Grecia y, por extensión, en la historia de Europa. Epaminondas no sólo rompió con los métodos tácticos tradicionales de su tiempo, sino que marcó una revolución en el campo de la táctica militar, creando el primer caso conocido de despliegue de la infantería en oblicuo y uno de las primeras concentraciones deliberadas de tropas y ataque al enemigo en el punto vital de su formación. Las nuevas tácticas de la falange introducidas por Epaminondas, emplearon por primera vez en la historia de la guerra el principio moderno de superioridad local.[2]?

El uso de estas tácticas por Epaminondas fue, posiblemente, un resultado directo de la utilización de maniobras similares por Pagondas, otro tebano, en la batalla de Delio. Más adelante sería Filipo II de Macedonia, que estudió y vivió en Tebas y que sin duda recibió una gran influencia de sus tácticas militares, quien desarrollaría con gran éxito su propio acercamiento a las tácticas militares y al armamento. Su hijo, Alejandro Magno, llevaría los desarrollos militares de su padre a un nuevo nivel.

Los historiadores Victor Davis Hanson y Donald Kagan, entre otros, han argumentado que la llamada formación oblicua de Epaminondas no fue una innovación intencional y preconcebida de las tácticas de infantería, sino que fue más una inteligente respuesta ante las circunstancias. Dado que Epaminondas había incrementado la profundidad del ala izquierda hasta cincuenta líneas, el resto de sus unidades se habían quedado con menos tropas de lo normal. Como además se encontraba ya de por sí en minoría de fuerzas, no tenía otra opción que crear un menor número de compañías y hacerlas marchar en diagonal contra la mucho más larga línea espartana, con idea de poder abarcar lo más posible. Hanson y Kagan argumentan, por tanto, que la táctica tenía una finalidad principalmente dilatoria. En cualquier caso, y cualquiera que hubiera sido su motivación, el hecho es que la táctica supuso una innovación y que fue sin duda de una gran efectividad.

FIN


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