HERODOTO: LOS TIRRENIOS Y EL ENIGMA ETRUSCO

Lic.Miguel Angel García Alzugaray

Roma bebió directamente del caudal etrusco, de eso no cabe la menor duda.

La principal interrogante que sobrevuela a dicha cultura es su origen, el enigma etrusco se ve acompañado por un sinfín de ríos de tinta que intentan hallar una explicación racional al origen de tal civilización. Varias teorías aluden a la posible identificación de los misteriosos "Tirrenios" con los etruscos.

Las primeras referencias a este pueblo en la literatura ocurren en Hesíodo y en el himno homérico a Dioniso. Hesíodo escribe:

Éstos [los hijos de Circe], muy lejos, al fondo de las islas sagradas, reinaban sobre los célebres tirrenos.​

En el himno homérico a Dioniso los piratas tirsenios raptan al dios:

Entonces allí vinieron rápidamente sobre el chispeante mar los piratas tirsenios en un barco con buenas cubiertas; un destino miserable les engañó.​

Más tarde, entre los siglos VI y V a. C., el nombre aludía específicamente a los etruscos, por quienes fue bautizado el mar Tirreno, según Estrabón.​

En Píndaro, los Tyrsanoi aparecen agrupados con los cartagineses como amenaza de la Magna Grecia:

Te suplico, Cronio, concedas que los gritos de batalla de los cartagineses y etruscos permanezcan silenciosos en casa, ahora que han visto que su arrogancia acarrea lamentos a sus barcos fuera de Cumas.​

El nombre también aparece en un fragmento de Sófocles.[​

El nombre pasó a estar cada vez más relacionado con el genérico pelasgos. Heródoto​ los ubica en Crestonia (Tracia), como vecinos de los pelasgos. Similarmente, Tucídides​los menciona junto con los pelasgos y los relaciona con los piratas lemnios y con la población pregriega del Ática.

Lemnos permaneció relativamente libre de la influencia griegas hasta el periodo helenístico, y resulta interesante que la estela de Lemnos (siglo VI a. C.) esté inscrita en un idioma muy parecido al etrusco. Esto ha llevado a la postulación de un grupo de «lenguas tirsénicas» que incluye el etrusco, el lemnio y el rético.

Hay pues evidencias de que hubo de hecho al menos una relación lingüística entre los lemnios y los etruscos. Las circunstancias de esto son discutibles. Una mayoría de investigadores, al menos en Italia, adscribirían los tirrenios egeos a la expansión etruscas de los siglos VIII a VI a. C., ubicando la tierra natal de los etruscos en Italia y los Alpes, particularmente por su relación con la población rética alpina.

Una hipótesis que relaciona a los tirrenios y los etruscos propone que estos proceden al menos parcialmente de una invasión del siglo XII a. C. procedente del Egeo y Anatolia que conquistó a la cultura de Villanova itálica, reclamando algunos investigadores una relación o al menos una evidencia de contacto estrecho entre las lenguas anatolias y el etrusco.

Esta tesis que sostiene que el origen de los etruscos es oriental, más concretamente de la zona de Asia Menor, es apoyada por muchos especialistas, entre ellos el admirado Raymond Bloch, una eminencia en la materia de la etruscología, cuya obra Les Etrusques (1974) constituye una referencia universal que debe de ser consultada para un mejor conocimiento del pueblo etrusco. Para Bloch, los etruscos son originarios de Asia Menor, pues el mundo de la adivinación etrusca, muy prolífera en su historia, guarda ciertas similitudes con rasgos orientales. La ciencia de los relámpagos, es decir, la adivinación mediante este fenómeno meteorológico. Sostiene que los etruscos llegaron desde Lidia a Etruria sobre el siglo XII a.C.

Otro pilar fundamental de esta teoría es un texto del historiador griego Heródoto, el padre de la Historia. Anatolia central es el sitio desde donde, según Heródoto (Historia I, 94. 3-7), los tirrenos emigran hacia la Italia central. Heródoto nos narra el éxodo del pueblo etrusco, o más bien sus antepasados, cómo abandonaron Lidia a raíz de una sistemática hambruna:

"Bajo el reinado de Atys, una gran escasez de alimentos se declaró en toda Lidia. Al principio, los lidios aceptaron su desgracia con paciencia pero, como la situación se eternizaba, cada cual rivalizó en ingenio para engañar a su propia hambre. Fue en aquella ocasión cuando inventaron los dados, las tabas, la pelota e infinidad de otros juegos, salvo el de las damas. Un día de cada dos, se dedicaban a asegurar su subsistencia; el otro, lo empleaban en jugar de la mañana a la noche para engañar su hambre. Vivieron así durante dieciocho años. Mas el hambre empeoraba y el rey dividió a todos los lidios en dos grupos y los echó a suertes. Uno fue designado para permanecer en Lidia, el otro para expatriarse, al mando de Tirrenos, el hijo del rey. Este último grupo descendió hacia Esmirna y construyó una flota; los lidios cargaron en sus naves todo cuanto pudieron encontrar y se embarcaron en busca de una nueva patria. Dejaron atrás numerosos países, pasaron por muchas orillas hasta el día en que llegaron a Umbría, donde se establecieron. Aprovecharon también para cambiar de nombre y adoptar el de su jefe: Tirrenos. Tal es el origen de los actuales tirrenos".

Mucho se ha escrito sobre los paralelismos entre las culturas orientales y la etrusca, es decir, el elemento orientalista siempre tendrá un lugar característico dentro de la hegemonía cultural etrusca. Este dato parece irrefutable pues se puede observar el toque oriental en las esculturas, el urbanismo y, sobre todo, los aspectos de las tumbas etruscas.

El hallazgo arqueológico es el mejor aliado para sostener la teoría orientalista. A partir del siglo VIII a.C., las tumbas adquirieron un aspecto oriental remarcable, tanto en decoración como en el propio ajuar funerario de una gran suntuosidad oriental. Ejemplos de estas sepulturas son las tumbas de la comarca de Viterbo, la de la villa de Sutri, la tomba Campana en Veies, la tumba del Guerrero en Tarquinia o el sepolcreto della Banditaccia en Caere.

Se puede observar el toque oriental en dicha decoración, tanto por los aspectos florales como la presencia de animales propiamente asiáticos como los leopardos.

En las tumbas, se pueden hallar evidencias sobre la influencia oriental como las formas en túmulos (Vetulonia, Caere, Vulci), la arquitectura propiamente anatólica del interior de estos y las cámaras mortuorias redondas acompañadas de cúpulas (Ponto-Corneto, Caere). Los elementos arquitectónicos básicos como vigas o columnas se imitan en piedra en dichas tumbas (Veies, Vulci), destacando al mismo tiempo los riquísimos ajuares funerarios (Frigia-Vetolonia).

Los aspectos religiosos, sociales, económicos y comerciales son también puntos fuertes que favorecen la teoría orientalista. Destaca por encima de todos esos contextos la inclusión del pueblo de los teresh como los etruscos más primitivos, pueblo complementario a las oleadas de los Pueblos del Mar. El nombre de teresh aparece en los jeroglíficos del templo de Medinet Habu, aunque también poseemos otras fuentes que citan a dicho pueblo, un texto hitita de Tudhaliya IV (1250-1220 a. C) donde se menciona a los Ta-ru-(u)i-sa. los cuales podrían ser los teresh según N. K. Sandars. Los Taruisha se sitúan cerca de la Tróade, aunque también se pudieron hallar al oeste de la Anatolia Central, al norte del Assuwa, siguiendo el texto anterior de Heródoto se trataría de Lidia.

Para Schulten, de la raíz "trsh" derivaban nombres griegos como tyrsenoi.

Tras ser derrotados por Ramsés III en su octavo año de reinado, se dirigieron hacia el Mediterráneo Central, donde se instalaron finalmente en la región de Etruria. En definitiva, la genealogía del pueblo etrusco queda dividida y localizada en ciertos periodos del pasado.

No todo se centra en el problema del origen etrusco pues, los tirrenos aún tienen mucho que ofrecer.

De acuerdo que los grandes imperios son otros, pero un imperio no se mide por la capacidad geográfica que posea, sino en cómo se gestiona interna y exteriormente, en su evolución a lo largo de los siglos, y en estos aspectos el pueblo etrusco fue una potencia primordial para la Historia, de apenas unos doscientos kilómetros de norte a sur, y unos ciento cincuenta de oeste a este.

Los etruscos tenían doce ciudades unidas por la religión, y su estructura política era una monarquía absoluta en un principio, pasando después a una dictadura de corte militar para finalmente terminar en una república.

La pirámide social etrusca estaba confeccionada en primer lugar por los terratenientes, que eran miembros de la oligarquía, en segundo lugar de la plebe libre, en tercer lugar los extranjeros y los últimos los esclavos.

Etruria tiene mucho que ofrecer, pues sin ella Roma no hubiera sido lo que llegó a ser. Así por ejemplo es de destacar el arte funerario y su relación en la pintura y escultura, destacándose sus terracotas y la talla de una piedra local llamada "nenfro". Desarrollaron una importante industria orfebre, trabajaron el bronce, su metalurgia se caracteriza por sus grabados, graneados, filigranas y repujados, en relación a la coroplastia crearon el estilo Bucchero en cerámica. Todos estos productos fueron base para la exportación tanto hacia el norte de Europa como hacia Oriente.

Otro punto importante es la pintura donde varias escuelas produjeron frescos admirables, pero la misma tiene temas marcadamente narrativos, anecdóticos y principalmente funerarios. Aunque el arte etrusco, como otras artes del Mediterráneo Occidental, se vio influido fuertemente por el arte de la Grecia Clásica y el magnificente arte helenístico, guarda características singulares. El arte etrusco muy relacionado a los rituales funerarios legó a Roma un extraordinario naturalismo en cuanto a la representación de rostros: los bustos son prácticamente una invención etrusca, el busto propiamente dicho, realizado en bronce fundido, difiere del "busto" griego, en este último la persona retratada suele estar idealizada, no así en el genuino busto etrusco. Los colores preferidos en la pintura por los etruscos fueron el rojo, verde y el azul, al parecer porque les asignaban connotaciones religiosas.

FIN


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