EL Increíble Mecanismo de Anticitera: ¿Una Computadora Astronómica diseñada por Arquímedes?

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EL Increíble Mecanismo de Anticitera: ¿Una Computadora Astronómica diseñada por Arquímedes?

Lic.Miguel Angel García Alzugaray

La Grecia de hace dos milenios es una de las culturas más creativas que hayan existido jamás, así que no está en tela de juicio cuán magnífico fue su desarrollo en todos los campos, incluso en astronomía, considerada entonces como una rama de las matemáticas.

Los antiguos griegos sabían mucho de los cuerpos celestiales, por complicadas que fueran sus órbitas. Sabían cómo se movían los cuerpos celestiales en el espacio, podían calcular sus distancias y conocían la geometría de sus órbitas.

También eran expertos en mecánica y automática. Por ello, ¿habrían sido capaces de meter astronomía y matemáticas complejas en un artilugio similar a unordenador mecánico portátil y programarlo para que siguiera el movimiento de la Luna?

Parece que lograron hacer mucho más que eso.

De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.

Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidieron ver si tenían suerte bajo esas aguas.

Se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.

Para asombro de los buceadores en la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás.

Además, entre las hermosas estatuas de bronce y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología.

Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia.

Se le conoce como el mecanismo de Anticitera, y resultó ser una fabulosa máquina del futuro. "Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía... ¡es tan sofisticado!", dice el matemático Tony Freeth.

Un artefacto yncreíble

Al principio, el artefacto no le decía nada a los científicos, pero luego notaron que tenía marcas e inscripciones.

"¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia, hizo una computadora mecánica!", exclama el físico griego Yanis Bitzakis quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del asombroso artefacto.

"Es un mecanismo de una genialidad realmente sorprendente", añade Freeth.

No están exagerando.

Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los primeros relojes mecánicos astronómicos, en Europa.

Sin embargo, éstas son las conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos y esfuerzo.

Imposiblemente adelantado a su tiempo

No hay una continuidad, al menos que se sepa, en torno al mecanismo de Anticitera: se trata de un objeto único de una complejidad y desarrollo técnico sorprendente

Su complejidad técnica le ha valido el nombre de OOPArt (Out Of Place Artifact), una denominación que los amantes del misterio dan a objetos que no parecen encajar con su momento histórico. No hay una continuidad, al menos que se sepa, en torno al mecanismo de Anticitera: se trata de un objeto único de una

Que aspecto tiene y como funciona.

Aparentemente, el mecanismo original abandonó el Mediterráneo como una sola pieza incrustada; poco después se fracturó en tres piezas principales. Diversas piezas pequeñas del interior se han roto mientras se manipulaba o limpiaba el mecanismo y otras fueron encontradas en el suelo marino por la expedición de Cousteau. Existe la posibilidad de que haya más fragmentos almacenados desde el descubrimiento del mecanismo y aún no se hayan descubierto; el Fragmento F salió a la luz de esa manera en el año 2005. De los 82 fragmentos, 7 son mecánicamente significativos y contienen la mayoría de las inscripciones del mecanismo; existen otros 16 fragmentos que contienen inscripciones parciales e incompletas.[5]​

Recreado por los expertos en una versión moderna, el mecanismo metálico está contenido en una caja de madera un poco más pequeña que una caja de zapatos. En el frontal están incrustadas dos ruedas metálicas concéntricas, que giran como un dial de radio, una con el zodiaco y otra con los días del año. Una serie de agujas metálicas marcan la posición del Sol, la Luna y hasta cinco planetas. Al girar un pequeño mando, el tiempo empieza a correr: la Luna cubre un ciclo completo (pintada la mitad de blanco y la mitad de negro, para señalar sus fases) mientras que el Sol se mueve una doceava parte de su recorrido. Ha pasado un mes.

En la cara trasera de la caja hay otras dos ruedas, aquí una sobre la otra. Una de ellas marca el ciclo Metónico, una forma de aproximar los periodos de orbitación de la Tierra y la Luna, que permite saber que, cada 19 años, las mismas fechas del año corresponden con las mismas fases de la Luna. La otra está dividida en 223 partes, recogiendo los 223 meses de cada ciclo de Saros, un concepto utilizado para predecir cuándo ocurrirá un eclipse.

En elinterior de la caja, una treintena de ruedas dentadas marcan el paso del tiempo. Cada engranaje tiene un número distinto de dientes triangulares, que van desde 15 hasta 223, y ha sido fabricado en una sola pieza metálica. Al hacer girar uno de los mandos exteriores, avanza la mayor de las ruedas que marca el paso de los días y da una vuelta entera cada año. Otros mandos manejan la Luna, el Sol, los planetas y los indicadores de los ciclos Metónico y de Saros.

Pero las ruedas no solo marcan el tiempo según el movimiento de los cuerpos celestes, sino que incluso lo reproducen mecánicamente: dos de las ruedas interiores están interconectadas de forma que una gira en torno a la otra, pero no lo hace siempre a la misma velocidad. Ocurre más rápido o más despacio dependiendo de su posición respecto al resto de la maquinaria.

Los investigadores se dieron cuenta de que esto reproducía casi perfectamente la teoría sobre las rotaciones lunares que describió el astrónomo griego Hiparco de Nicea. Según sus escritos, la Luna gira en torno a la Tierra más rápido cuando está más cerca de ésta, ya que su órbita, aunque creía que era redonda, no tenía la Tierra en su centro exacto. En el mecanismo de Anticitera, esta idea matemática se transforma en un sistema mecánico.

Además, entre las fabulosas posibilidades de este artefacto podía predecir también la fecha exacta de seis certámenes griegos antiguos: los Juegos Olímpicos, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos, los Juegos de Dodona y los de la isla de Rodas.

Historia de una investigación

Uno de los primeros problemas a resolver por los científicos que analizaron este portentoso aparato era su anacronismo. El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price.

Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos ,Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas.

Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo.

La primera sorpresa: adentro encontraron 27 ruedas de engranaje.

Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión algunas de las otras piezas encontradas entre el año 70 a.C. y 50 a.C.

Pero un objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.

127 y 235 dientes

Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar alguna pista sobre la función de la máquina.

Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, lo que dificultaba la tarea, pero logró establecer dos números: 127 y 235.

"Esos dos números eran muy importantes en la Grecia antigua", señala el astrónomo Mike Edmunds.

¿Sería posible que los estuvieran usando para seguir el movimiento de la Luna?

Los números que empezaron a surgir coincidían con los conocimientos de los griegos de la época. Lo incomprensible es que provinieran de ese objeto misterioso.

La idea era revolucionaria y tan avanzada que Price dudó de la autenticidad del objeto.

"Si los científicos griegos antiguos podían producir estos sistemas de engranaje hace dos milenios, toda la historia de la tecnología de Occidente tendría que reescribirse", resalta Freeth.

¿Lograron mecanizar sus conocimientos?

El número 235 que había encontrado Price era la clave del mecanismo para computar los ciclos de la Luna.

"Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente pasaban en promedio 29,5 días. Pero eso era problemático para su calendario de 12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo necesario"", le explica a la BBC Alexander Jones, historiador de astronomía antigua.

"El año natural, con las estaciones, y el año calendario perderían la sincronía".

Las cuentas no daban si sólo se tenía en cuenta un año solar, pero en un ciclo de 19 años...

No obstante, también sabían que 19 años solares son casi exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es metónico.

"Eso significa que si tienes un ciclo de 19 años, a largo plazo tu calendario va a estar en perfecta sintonía con la estaciones".

Como confirmándolo, en uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera encontraron el ciclo metónico.

Revoluciones

Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo empezó a revelar sus secretos.

Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época.

De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos.

El otro número, 127, le sirvió a Price para entender otra función relacionada con nuestro satélite natural: el aparato también mostraba las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra.

Tras 20 años de intensa investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo.

Sin embargo, quedaban piezas del rompecabezas por encajar.

Cada diente de cada rueda suponía otra incógnita. Pero al menos habían dado con la clave.

El futuro 223

El siguiente paso requirió de tecnología hecha a la medida. Y un equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de Anticitera.

El equipo logró convencer a Roger Hadland, ingeniero de rayos X, de que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo.

Y, valiéndose de otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número clave: 223.

Tres siglos antes de la edad de oro de de Atenas, los antiguos astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11 días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición de manera que probablemente se producirá otro parecido.

Gracias a millones de tabletas con datos históricos que habían archivado a lo largo del tiempo, los babilonios encontraron el patrón de los eclipses.

"Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y un substituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él. Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su posición", cuenta John Steele, experto en Babilonia del Museo Británico.

Y resulta que 223 era el número de otra de las ruedas del artilugio.

El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir eclipses.

No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna.L

La información que los investigadores encontraron en el mecanismo de Anticitera sobre los eclipses es sorprendentemente detallada.

Todo dependía de la Luna

Como si eso no fuera suficientemente asombroso, descubrieron otra maravilla.

El ciclo de saros dependía del patrón del movimiento de la Luna y "nada sobre la Luna es sencillo", declara Freeth.

"No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota lentamente, en un período de 9 años".

¿Podía el mecanismo de Anticitera rastrear ese sendero fluctuante de la Luna?

Un mecanismo más complejo para lidiar con los caprichos de la Luna.

Efectivamente, podía: dos ruedas de engranaje más pequeñas, una de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26 dientes y medio compensaba por el desplazamiento de la órbita.

Y, por si fuera poco, al examinar lo que queda de la parte frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que solía tener un planetario como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor.

El movimiento de los cinco planetas que se podían observar a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.

"Era una idea extraordinaria: tomar teorías científicas de la época y mecanizarlas para ver que pasaría días, meses y muchas décadas después", subraya el matemático.

Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma

Tras años de investigaciones, los astrónomos, arqueólogos e historiadores que han trabajado para desentrañar los misterios de este objeto no dejan de hacerse preguntas. Entendido cómo funciona, la cuestión ahora es cómo surgió y, sobre todo, por qué no dejó una huella mayor en la evolución científica y tecnológica.

"Esencialmente fue la primera vez que la raza humana creó una computadora", añade Freeth.

"Es verdaderamente increíble que un científico de esa época descubrió cómo usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas".

Pero... ¿quién fue?

Nuevamente, exploraron lo que nos quedó del fabuloso artilugio para buscar la respuesta.

Una pista estaba en otra de sus funciones.

El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos.

Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes.

Llamaba la atención que los juegos que se celebraban en el istmo de Corinto cada dos años en honor a Poseidón aparecieran destacados. Además, los expertos ya habían notado que los nombres de los meses que aparecían en otra rueda eran corintios.

La evidencia apuntaba a que el diseñador era un corintio y que vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa.

Y Siracusa era el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes.

Nada más y nada menos que quizás el científico más importante de la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna, encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más.

"Sólo un matemático tan brillante como Arquímedes podría haber diseñado el mecanismo de Anticitera", opina Freeth.

Lo cierto es que Arquímedes estaba en Siracusa cuando los romanos llegaron a conquistarla y que el general Marco Claudio Marcelo ordenó que no lo mataran, pero un soldado lo hizo.

Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. El general Marcelo sólo se llevó dos piezas consigo, ambas -dijo- eran de Arquímedes.

El equipo de investigación piensa que eran versiones anteriores del mecanismo.

Un indicio se encuentra en una descripción que escribió el formidable orador Cicero de una de las máquinas de Arquímedes que vio en la casa del nieto del general Marcelo.

Algo así describió Cicerón:

"He oído a menudo sobre este globo celestial o esfera mencionado acerca de la gran fama de Arquímedes. Su apariencia, aun así, no parecía ser particularmente sorprendente. Hay otro, más elegante en forma y más generalmente conocido, moldeado por el mismo Arquímedes y depositado por el mismo Marcelo en el templo de Virtus en Roma. Pero tan pronto como Galo ha empezado a explicar, con su sublime ciencia, la composición de esta máquina, sentí que el geómetra siciliano debió poseer un genio superior a cualquier cosa que usualmente concibamos perteneciente a nuestra naturaleza. Galo nos aseguró que el sólido y compacto globo era una invención muy antigua que el primer modelo fue presentado por Tales de Mileto. Que posteriormente Eudoxo de Cnido, un discípulo de Platón, trazó en su superficie las estrellas que aparecen en el cielo y que muchos años después, tomando prestado de Eudoxo este bello diseño y representación, Arato los ilustró en sus versos, no por ninguna ciencia de astronomía sino por el ornamento de la descripción poética. Añadió que la figura de la esfera, que mostraba los movimientos del Sol y la Luna y los cinco planetas o estrellas errantes, no podía ser representados por el globo sólido primitivo. Y que en esto, la invención de Arquímedes fue admirable, porque calculó cómo una simple revolución mantendría desiguales y diversas progresiones en movimientos disimilares.

Cuando Galo movió este globo mostró la relación de la Luna con el Sol y hubo el mismo número de vueltas en el dispositivo de bronce como el número de días en el verdadero globo del cielo. Así mostró el mismo eclipse del Sol como en el globo [del cielo], al igual que mostró la Luna entrando en el área de sombra de la Tierra cuando el Sol está en línea ... [falta el texto]

[p.e. mostraba tanto eclipses solares como lunares".​

Otra teoría sugiere que las monedas encontradas por Jacques Cousteau en la década de los 70 en el naufragio se remontan a la época en que se construyó el mecanismo y su origen es la ciudad griega de Pérgamo,​ hogar de la famosa Biblioteca de Pérgamo. Gracias a la cantidad de manuscritos sobre ciencia y arte, es la segunda biblioteca más importante, después de la Biblioteca de Alejandría, del periodo helenístico.​

El navío que transportaba el mecanismo también llevaba vasijas con un estilo proveniente de Rodas; esto lleva a la creencia de que el mecanismo fue construido en una academia fundada por el estoico filósofo Posidonio en esa isla griega. Rodas era un puerto comercial con mucho tráfico y también era un centro de ingeniería astronómica y mecánica, hogar de Hiparco de Nicea, quien estuvo activo desde el año 140 a. C. hasta el año 120 a. C. El hecho de que el mecanismo recurra a la teoría de Hiparco sobre el movimiento de la Luna indica que él pudo haberlo diseñado o contribuido en su construcción.

Michael Edmunds, profesor de la Universidad de Cardiff, dirigió un estudio sobre el mecanismo en el año 2006; describió el instrumento como "simplemente extraordinario, único de su especie" y mencionó que su astronomía era "exactamente correcta". Evaluó el mecanismo como "más valioso que la Mona Lisa".[28]​

¿Qué pasó con la brillante tecnología griega que produjo la primera computadora?

¿Por qué no se desarrolló? ¿Por qué se perdió?

Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los eruditos árabes.

El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se conoce es del siglo V e inscripciones en árabe.

Y en el siglo XIII los moros llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa.

Todos las piezas para introducir todos los conocimientos en una caja.

Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo.

Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo, el espacio y el Universo.

"Es un poco intimidante darse cuenta de que justo antes de la caída de su gran civilización, los antiguos griegos habían llegado tan cerca a nuestra era, no sólo en su pensamiento sino también en su tecnología científica", dijo Derek J. de Solla Price.


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