LA CONTROVERTIDA HISTORIA SECRETA DE LA EMPERATRIZ TEODORA

Lic. Miguel Angel García Alzugaray

La historia del imperio bizantino, el poderoso heredero de Grecia y Roma, posee muchos personajes relevantes. Entre ellos descuella sin duda, la emperatriz Teodora, la controvertida esposa de Justiniano I.

Teodora parecía no conocer el miedo, y esa característica habría de servirle de mucho en el futuro.

A pesar de que su vida está rodeada por una leyenda negra, Teodora fue declarada santa en la Iglesia ortodoxa, al igual que su marido, siendo su fiesta el 14 de noviembre.

¿Qué sabemos sobre esta destacada mujer¿.

Las princiales fuentes históricas sobre su vida son las obras de Procopio de Cesarea, escriba del general Belisario.

Procopio es considerado por muchos el último historiador de la Antigüedad Tardía. Escribió en griego clásico, tomando como modelos a Heródoto y a Tucídides.

Sin embargo, el historiador ofreció tres representaciones contradictorias de la Emperatriz. En la Historia de las Guerras, la caracteriza como una emperatriz influyente y llena de coraje. Después, escribió la Historia secreta, que no fue publicada en el momento de acabarla. La obra revela a un autor que devino profundamente desilusionado con el emperador Justiniano, la Emperatriz e incluso con su patrón Belisario. Justiniano es caracterizado como cruel, corrupto, despilfarrador e incompetente; de Teodora hace un retrato detallado y excitante de vulgaridad y lujuria insaciable, combinado con mal genio y calculada maldad; Procopio incluso clama que ambos eran demonios cuyas cabezas se vieron abandonar sus cuerpos y deambular por palacio de noche. Sobre los edificios, escrito al mismo tiempo que la Historia secreta, es un panegírico que representa a Justiniano y a Teodora como una pareja pía con tono adulatorio. Además de su piedad, su belleza es excesivamente alabada. Aunque Teodora ya había muerto a la hora de publicar esta obra, Justiniano seguía vivo, y probablemente la encargó.

Teodora, de acuerdo con Michael Grant, era descendiente de chipriotas. Sin embargo, hay varios indicios acerca de su posible lugar de nacimiento. De acuerdo con Miguel el Sirio, su origen tuvo lugar en Siria; Nicéforo Calixto lo sitúa en Chipre, mientras que Jorge Codinos en Patria defiende que nació en Paflagonia. El origen chipriota de Teodora puede ponerse en duda debido a que, como explica Gibbon (Decadencia de Roma), en aquella época muchas prostitutas procedían de Chipre y por ello la palabra chipriota era equivalente a meretriz.

En cuanto a la fecha, se considera que nació en el 500 d. C. Su padre, Acacio, era un entrenador de osos de la facción Azul en el hipódromo de Constantinopla. Su madre, cuyo nombre no quedó registrado, era bailarina y actriz. Sus padres tuvieron dos hijas más, llamadas Komito y Anastasia. Después de la muerte de su padre, su madre mandó a las hijas llevar guirnaldas al hipódromo y las presentó como suplicantes en la facción Azul. Desde entonces Teodora sería seguidora de la mencionada facción.

Juan de Éfeso y Procopio -en su Historia secreta- relatan que Teodora siguió desde muy temprana edad el ejemplo de su hermana Komito y trabajó en un burdel de Constantinopla ofreciéndose a hombres de baja ralea; después se convirtió en actriz.

Lynda Garland en Byzantine empresses: women and power in Byzantium (1999) resalta que parecía haber pocas razones para creer que trabajó en un burdel "dirigido por un proxeneta". Trabajar como actriz en su época en ocasiones incluía "indecentes exhibiciones en el escenario" y otorgar servicios sexuales fuera de él. En lo que Garland llama "sórdido negocio de entretenimiento en la capital", Teodora se ganó la vida mediante una combinación de sus habilidades teatrales y sexuales. Según Procopio, Teodora saltó a la fama con su representación de Leda y el Cisne, donde se desnudaba más allá de lo que la ley permitía, yaciendo en el suelo mientras algunos asistentes le esparcían grano sobre el cuerpo y después algunas ocas lo picoteaban, mientras que ella fingía que la violaban.

Poco a poco prospera Teodora, aún no ha cumplido los 16 años y es ya una artista de consideración. Actúa en sesiones privadas y obtiene grandes sumas.

Durante este tiempo como actriz conoció a la esposa de Belisario, Antonina, que sería su amiga durante toda la vida.

Con 17 años, viajó hasta el Norte de África, como compañera de un oficial sirio llamado Hecebolo mientras que él se dirigía hacia la Cirenaica para ser el gobernador. Teodora permaneció con él al menos cuatro años antes de regresar a Constantinopla. Abandonada y maltratada por Hecebolo en el camino de vuelta, permaneció por un tiempo en Alejandría, Egipto. Teodora afirmó que en esa ciudad conoció al patriarca Timoteo III de Alejandría, quien era monofisita, y fue en ese tiempo cuando ella se convirtió al monofisismo. Desde Alejandría se dirigió a Antioquía, donde conoció a una bailarina de la facción Azul, Macedonia, quien era, quizá, informante de Justiniano I.

Teodora regresó a Constantinopla en el 522 y abandonó su antiguo modo de vida, estableciéndose como hilandera en una casa cerca del palacio.

La casualidad quiso que su antigua amiga, amante del general Belisario (hombre de confianza del futuro dignatario), la pusiera en contacto con las elites aristócratas. En esos ambientes conoció a Justiniano, que quedó prendado por su belleza e inteligencia. De inmediato se convirtieron en amantes y, en pocos meses, Teodora pasaba de los infiernos circenses a la cúspide social como patricia del Imperio Romano en Oriente. Justiniano quiso casarse con ella. Pero no podía ser: él era el heredero del trono de su tío, Justino I, y la Ley Romana de la época de Constantino I evitaba el matrimonio de actrices con oficiales gubernamentales. Eufemia, esposa de Justino I, a quien le caía bien Justiniano y nunca le negaba nada, estuvo en contra de este matrimonio con una actriz. Sin embargo, Justino le tenía mucho cariño a Teodora. En el 525, cuando Eufemia murió, Justino eliminó esa ley, y Justiniano pudo casarse con Teodora. En este momento, ella ya tenía una hija cuyo nombre se ha perdido. A pesar de la maternidad, sus muchos excesos y penosos viajes continuaba conservando una gran belleza. Aparentemente, Justiniano trató a esta hija y al hijo de la misma Atanasio como plenamente legítimos, aunque algunas fuentes no se ponen de acuerdo acerca de si Justiniano era realmente el padre de la chica.

Justiniano es considerado como el último emperador romano, a partir de él -incluso con él- todos los basileus (emperadores) bizantinos se van encajando poco a poco en un espacio físico e intelectual distinto al del Imperio Romano. Se van orientalizando. Quiere ser una copia de Roma pero la historia no se repite, y cuando lo hace, es mas bien una parodia. Este hombre, Justiniano, que era también un hombre muy capaz acabaría por hacer emperatriz a una furcia. Probablemente por algo mas que por un buen entendimiento carnal. Es sobre todo un historia de amor bizantina, algo turbia. Bizancio tuvo siempre un lado oscuro; era capaz de construir una muralla que resistió mil años todas las agresiones, y cometer a la vez las fechorías más sanguinarias y crueles; fieles devotos de la religión cristiana manejaban también como nadie las peores artimañas, la traición y el engaño.

Teodora fue coronada junto a su marido un 4 de abril del año 527 y gozaba al máximo de su poder.

mujer, Teodora, bastante más vivida que su marido en el conocimiento de la naturaleza humana, tejió una densa tela de informadores y espías en la Corte por lo que difícilmente algo se le escapaba. Teodora se probó a sí misma como una valiosa y apta gobernante durante los Disturbios de Niká. Había dos facciones políticas en el Imperio, los Azules y los Verdes, quienes comenzaron un disturbio en enero de 532 durante una carrera de carros en el hipódromo. El disturbio provenía de muchas quejas, algunas acerca de las propias acciones de Justiniano y Teodora. De los distintos partidos o grupos que competían en el estadio bajo distintos colores, Teodora siempre recordó que ella y sus hermanas fueron rechazadas por el partido de los "verdes" (los cuales tampoco quisieron dar a su padrasto el puesto de adiestrador de osos), mientras que los "azules" las aceptaron en sus filas.

Los agitadores, con toda probabilidad "verdes", prendieron fuego a muchos edificios públicos, incluyendo la iglesia de Hagia Sofia, y proclamaron un nuevo emperador, Hipatio, el sobrino del anterior emperador Anastasio I. Incapaz de controlar a las masas, Justiniano y sus oficiales se prepararon para huir. En un encuentro del consejo gubernamental, Teodora criticó la huida del palacio y subrayó el significado de alguien que muere como regente a pesar de vivir como exiliado o escondido, diciendo que "la púrpura es una excelente mortaja", significando esta frase que es mejor morir como un emperador que lucha para defender y conservar su trono en lugar de huir asustado y vivir en el exilio.

Su discurso tajante les convenció a todos, incluyendo al propio Justiniano, quien había estado preparando sus cosas para huir. Como resultado, Justiniano ordenó a sus tropas leales, lideradas por dos oficiales, Belisario y Narses, que atacaran a los manifestantes en el hipódromo. Sus generales cumplieron las órdenes dadas y asaltaron el hipódromo, matando -según Procopio- aproximadamente a 30,000 rebeldes. A pesar de afirmar que había sido nombrado emperador por los agitadores a su pesar, Hipatio fue también ajusticiado, aparentemente debido a la insistencia de Teodora.

Los historiadores están de acuerdo con que fue el coraje de Teodora y su decisión los que salvaron el reino de Justiniano, que nunca olvidó que fue ella quien había salvado su trono, con lo que su gratitud y aprecio creció enormemente.

Después de la revuelta de Niká, Justiniano y Teodora reconstruyeron y reformaron Constantinopla y la convirtieron en la ciudad más espléndida que el mundo había visto en siglos, construyendo o reconstruyendo acueductos, puentes y más de veinticinco iglesias. La mayor de estas es Hagia Sofia, considerada la epítome de la arquitectura bizantina y una de las maravillas arquitectónicas del mundo.

A Teodora se le acusa de instigar la suspicacia de Justiniano contra el mejor de sus generales; Belisario, al que por sus éxitos militares consideraba candidato al trono.

Belisario es considerado por algunos historiadores como un general a la altura de Alejandro Magno o Julio César. Grahan Greene lo pinta magistralmente en su novela "el conde Belisario". Casi todas las victorias de Justiniano son debidas a él, recorrió todo el norte de África venciendo a los vándalos, penetró en Sicilia, conquistó Nápoles, Roma, Milán. Luchó contra los persas, y en los últimos años de su vida, salvó a la capital de la amenaza de los búlgaros.

Precisamente para disuadir al emperador Justiniano de la campaña de Belisario en Italia, se traslado a Constantinopla el Papa Agapito I que aprovechó el viaje para excomulgar -en contra de la opinión de Teodora- a Antino, Patriarca de Constantinopla y protegido por la emperatriz. Antino fue excomulgado pero el Papa no pudo regresar vivo a Italia, falleció en Constantinopla aunque su cadáver fue trasladado a Roma. Teodora fue acusada de instigar esta muerte.

A pesar de estas acusaciones contra su persona, Teodora participó en las reformas legales y espirituales de Justiniano, y se involucró en el aumento de los derechos de las mujeres. Entre sus leyes destaca la que prohibía la prostitución forzosa y cerró burdeles que la incumplían. Asimismo, creó un convento en la parte asiática de los Dardanelos llamado Metanoia, arrepentimiento, donde exprostitutas podían mantenerse a sí mismas. También expandió los derechos de la mujer en caso de divorcio y referentes a la propiedad, instituyó la pena de muerte por violación, prohibió que los bebés no deseados fueran abandonados, dio a las madres derechos de custodia sobre sus hijos y prohibió el asesinato de las mujeres que hubieran cometido adulterio. Procopio escribió que ella estaba naturalmente inclinada a ayudar a las mujeres desafortunadas.

Por supuesto, la Historia secreta de Procopio presenta una versión diferente de los eventos. Por ejemplo, en lugar de prevenir la prostitución forzosa, dice que Teodora reunió a unas 500 prostitutas, confinándolas en un convento como si fuese una suerte de burdel. Esto, según narra, incluso las llevaba al suicidio o intentaban escapar, 'al ser transformadas contra su voluntad'.

Teodora murió de un cáncer sin especificar el 28 de junio de 548, a la edad de 48 años, y Justiniano la sobrevivió hasta 565. A pesar de que ha sido argüido que la única fuente de su muerte, Victor de Tonena, no usa la palabra "cáncer" en su sentido moderno, parece advertirse que esa fue la enfermedad que pudo con ella, y, aunque no hay documentación que pruebe que murió de cáncer de pecho, algunos estudiosos lo han sugerido. Justiniano lloró amargamente en su funeral.

Su influencia en Justiniano fue tan fuerte que incluso después de su muerte él trabajó para llevar la armonía entre los monofisitas y los ortodoxos en el Imperio, y cumplió su promesa de proteger su pequeña comunidad de refugiados monofisitas en el palacio Hormisdas. Teodora igualmente dio soporte político al ministerio de Jacob Baradeus, y aparentemente amistad personal también. Diehl atribuye la existencia moderna de la cristiandad jacobita a ambos.

Teodora es considerada como una gran figura femenina del Imperio Bizantino, y una pionera del feminismo, ya que las leyes que hizo fueron destinadas principalmente a aumentar los derechos de las mujeres. Como resultado de los esfuerzos de Teodora, el estado de la mujer en el Imperio Bizantino fue más elevado que el del resto de las mujeres en Europa.

En la iglesia de San Vital de Ravena, 332.560 teselas, algunas de ellas de oro puro que forman un maravilloso mosaico, nos presentan una beatífica imagen de la Emperatriz. En una atmósfera de sublime religiosidad, a la distancia decasi 1500años su lánguida mirada parece decirnos: Santa, lo que se dice santa, tal vez no fuí, pero tampoco soy el monstruo de depravación con que el resentido Procopio me pintó.

Y con toda seguridad sabemos que Justiniano conocía muy bien las cualidades de su cara pareja, pero hacía como que no sabía nada, la dignidad del ignorante fingido. En cualquier caso estuvo siempre mas dispuesto a valorar la calidad de los sabios consejos que obtenía de la Emperatriz, que en satisfacer la furia del marido despechado.

Fin

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