FRINÉ LA AFRODITA DE PRAXÍTELES

Lic.Miguel Angel García Alzugaray

Al ser retirada la tela de color púrpura que cubría la obra, un silencio sepulcral reinó en la explanada. Luego, un rugido de admiración brotó de las gargantas de los presentes que enardecidos cargaron en triunfo al inspirado artista gritando ¡Basilissa Anadiómena!, ¡ Basilissa Pandemos!, ¡ Basilissa Urania! (la Reina surgida del mar, reina adorada, reina celestial). Ante los asombrados habitantes de la ciudad, se mostraba en toda su radiante hermosura la diosa del amor.

No muy lejos de la primera fila, una joven de inusual belleza contemplaba sonriendo con justificado orgullo la escena. Si un espectador curioso hubiese detenido en ese momento su mirada en élla, se percataría que las voluptuosas formas de la cercana escultura reproducían a la perfección las de esta muchacha de unos 17 años, que sin mucho recato se codeaba con los enardecidos hombres.

La Antigua Grecia se caracterizó por ser una sociedad patriarcal, donde la mujer quedaba sujeta a la figura masculina, y por tanto, carecía de toda libertad. Las mujeres vivían en las sombras, sin voz ni voto. De ahí, que fuese inconcebible la relación entre un hombre y una mujer en términos de amistad, o en una mera relación entre iguales. Sin embargo, sí que existieron ecepciones notables. Una de ellas fue la de Friné, la singular Afrodita de Praxíteles.

Friné, hija de Epicles, es el apodo de una famosa hetaira griega, célebre por su proverbial belleza, nacida en Tespias (Beocia) como Mnésareté.

El significado en griego antiguo de este sobrenombre, probablemente antifrástico, es «sapo» (según Plutarco, apuntaría al color aceitunado de su piel); mientras que Mnésareté significaría «conmemoradora de la virtud».

En la primavera de la Grecia Clásica se celebraban las fiestas en honor de la diosa Afrodita haciendo alusión a su nacimiento y para ello se escogía una jovencísima y bella griega que pudiera representar este momento. La joven, observada por todo el pueblo, tenía que subir las escaleras del templo y al llegar al estanque sagrado se desprendía de su ropa para sumergirse en él. Una sacerdotisa invocaba el espíritu de la diosa Afrodita exclamando: "¡Poseidón, dios y rey de los mares, envíanos A Afrodita y que con ella renazca la vida en la tierra!". Y en aquel momento surgía la joven del estanque levantando los brazos y exhibiendo toda su belleza desnuda a un pueblo que clamaba con alegría, la llegada de la primavera.

Se dice que Friné soñaba con ser algún día la Afrodita elegida y, la suerte la acompañó.

Sea esto cierto o no, al parecer, huyó con su familia a Atenas en el 375 a. C., año en que los tebanos volvieron a destruir la ciudad, poco antes de la Batalla de Leuctra.

Apenas nada se sabe de su vida. De origen humilde, fue la amante y modelo predilecta de Praxíteles, quien se inspiró en ella para la creación de varias estatuas de Afrodita.

Además de bella, Friné era cantante, tañía instrumentos, declamaba poesías, como pocas mujeres de la época sabía leer y escribir y era buena compañera de conversación.

Se cuenta que en pago por sus servicios como modelo, Praxíteles le ofreció la escultura que prefiriera de cuantas tenía en su estudio. Friné no entendía de arte, así que no se veía capaz de dilucidar cual era su mejor pieza. Entonces, urdió un plan: Dijo a un sirviente que, durante la cena, irrumpiera gritando que el estudio estaba ardiendo. Praxíteles exclamó: «¡Salvad mi Eros!». Supo así que era la mejor obra y la exigió acto seguido, regalándola más tarde a Tespias, su ciudad natal

Hacia el 350 a. C., Friné fue acusada de impiedad, una falta imperdonable en la Antigua Grecia (fue el delito por el que se condenó a muerte a Sócrates), por el atrevimiento de compararse con la misma Afrodita.

Eutias, admirador rechazado por Friné, la denunció por impiedad al haber profanado la sacralidad de los misterios de Afrodita; denuncia presentada ante el Tribunal de los Jueces del Areópago de Atenas. Para Eutias, Friné corrompía con su representación, a los varones ilustres de la ciudad. En particular, el despechado ciudadano acusó a Friné de burlar las costumbres, menospreciar los ritos religiosos, de profanar y desvelar los Misterios de Eleusis, de un uso indebido del erotismo y de la cultura en su beneficio, de orquestar una sofisticada puesta en escena para su personal lucro. Incluso de ganar y atesorar mucho dinero. Todo ello era impío.

El juicio había despertado sensación en la urbe. Un ciudadano, libre, poderoso, con medios económicos, llevaba al banquillo a una cortesana. La mujer, la más bella entre las bellas, la deseada por todos, la más cotizada de las hetairas, la dueña del salón más famoso de Atenas, padecía la acusación de impiedad.

A petición de Praxíteles, la defendió Hipérides. En "Vidas de los diez oradores", tratado atribuído supuestamente a Plutarco, el biógrafo dice que fue un reconocido discípulo de Platón e Isócrates, político, orador y abogado que gozó de gran prestigio entre los griegos.

Sobre él, Heliodoro en su obra "Sobre los monumentos" precisa que: Destacó en la declamación retórica y algunos autores lo colocan por encima de Demóstenes. Se le atribuyen setenta y siete discursos. Igualmente indica que intervino en el caso Friné (lo que es citado por Ateneo y Quintiliano).

Hipérides sabía que era prácticamente imposible desbaratar las tesis y argumentos de Eutias. Se trataba de una acusación envenenada, de clásica defensa pero de conclusión trágica. Los jurados tendrían que condenarla pues no se atreverían a una absolución cuando todo Atenas se encontraba pendiente de ellos. Había aceptado el caso no sólo por su amistad con Praxíteles sino también por su cariño, más bien devoción, a Friné, una auténtica musa.

En efecto, a pesar de su vasta experiencia, el famoso abogado fue incapaz de convencer a los jueces de la inocencia de la acusada.

Como último recurso, Hipérides desnudó a Friné. Todos los ojos contemplaron aquellas perfectas formas.

Entonces resonó exclusivamente la voz de Hipérides: -¡Piedad para la belleza!.

Quinto Fabio Quintiliano relata en sus "Instituciones oratorias" que, fue la propia acusada quien se despojó voluntariamente de toda la ropa -según otras fuentes, solo les mostró los pechos-, argumentándoles que no se podía privar al mundo de tanta belleza.

Con esta estrategia, consiguió la absolución unánime del tribunal

Es interesante destacar que según Ateneo de Náucratis (XIII, 60), lo más hermoso del cuerpo de Friné era lo que no se veía; se tapaba con una túnica que le cubría todo el cuerpo y no iba nunca a los baños públicos, por lo que no era fácil contemplarla sin ropa. Pero en las fiestas Eleusinias y en las de Poseidón se quitaba el vestido a la vista de todos, se soltaba el cabello y se bañaba en el mar. Para el propio autor, la imagen de Friné saliendo del agua inspiró a Apeles su desaparecida Venus Anadiomena o Afrodita surgiendo del mar

De Friné se ha escrito mucho pero por desgracia no se conserva el discurso de Hiperides, del que solo quedan ecos a través de terceros, conformes todos en su gran calidad técnica.

A mediados del siglo XIX se encontraron papiros que contenían buenos estados de la cuestión en los artículos "Phryne" e "Hipereydes" de A. Raubitschek y ThalheimRealencyclopádie der classischen Alierturnswissenschafr(1914).

Basados en ellos, algunos especialistas de la historia del Estado y el Derecho consideran hoy que la anécdota de presentar desnuda a Friné ante los jueces es un mito. Que la figura que había servido de modelo para pintar y esculpir la imágen de una diosa, pretendiese arrollar con su sola manifestación el juicio de los heliastas, corría el riesgo de que les pareciese más bien una autodeificación blasfematoria que una defensa.

Independientemente de que el precitado relato sea o no una leyenda, lo cierto es que Friné podía competir en belleza con la diosa del amor. Lo prueba la célebre escultura Venus de Cnido o Afrodita de Cnido para la cual posó. La Afrodita Cnidea es una de las más célebres esculturas del escultor griego Praxíteles y una de sus primeras obras, realizada en Atenas en torno al año 360 a. C. La escultura representa a la diosa griega (principalmente en su acepción del amor erótico), la belleza y la fertilidad femenina de Afrodita, prestándose a realizar, o tras haberlo efectuado, el baño ritual de las Eleusiadas. Tal escultura estaba destinada aadornar el naos de un pequeño templo de dos aberturas a lo largo de un mismo eje.

Se la llamó Knidia o Cnidia porque fueron los habitantes de esta ciudad quienes adquirieron la estatua después de que los de la ciudad de Cos la rechazaran y compraran a Praxíteles una versión en la cual, la diosa estaba vestida de forma «más púdica y severa».

La Afrodita de Cnido, fue representada desnuda en actitudes personalmente íntimas. Tal actitud recibió el nombre de replegamiento intimista y se utilizó principalmente en la Antigüedad tanto por Praxíteles como por Escopas para representar a divinidades y personajes míticos en poses particularmente despreocupadas.

La obra de Praxíteles se hizo rápidamente famosa y fue muy venerada: Plinio el Viejo relata que un joven se enamoró de la escultura y trató de robarla (notar, que como todas las otras esculturas clásicas, la misma estaba pintada imitando lo más perfectamente posible al ser humano vivo).

La desnudez en la Afrodita Cnidia es un buscado y logrado elemento de erotismo: la seducción ha sido acentuada merced a la tersura que se ha obtenido en el fino labrado del mármol que constituye a la estatua. Tersura realzada por las curvilíneas y suaves (mórbidas) formas, grácilmente femeninas del cuerpo. Formas que se "mueven" con un perfil sinuoso (en "S"). La representación toma, en efecto, a Afrodita cuando presta al baño, deja caer casi lánguidamente sus vestiduras sobre una hidria (gran ánfora para agua) que está a su costado. La vestidura y el ánfora, pese a la impresión opuesta sugerida, cumplen la función de fuerte soporte estructural, de manera que así el cuerpo puede "rotar" ligera y levemente hacia adelante y hacia la izquierda, casi en un gesto de, instintivo aunque despreocupado, pudor. Como si la diosa hubiese sido sorprendida en tal pose por un extraño. Por ello, "lleva" su mano diestra delicadamente a cubrir incompletamente el pubis.

La obra original desapareció durante un incendio ocurrido durante la rebelión de Niká en Constantinopla, ciudad a la que la había hecho transportar el emperador Teodosio. A pesar de ello, se conservan numerosas copias, por lo que una idea general de la estatua puede ser deducida por las descripciones y réplicas que han sobrevivido.

Para finalizar, se debe subrayar que lo más destacable de Friné, al margen de su belleza, tal vez fue su activismo ciudadano, la influencia que ejerció esta mujer en la vida política y cultural de Grecia. Tanto Friné como otras hetairas, rompieron con las rígidas normas del patriarcado, fueron participes activas de la vida pública

Por último se puede añadir que la belleza y la inteligencia no fueron las únicas características de Friné, entre ellas destacó su sed de riquezas, de hecho, se dice que su fortuna era tan grande que cuando Alejandro Magno destruyó Tebas, ella se ofreció para reconstruirla con su dinero siempre y cuando pusieran su nombre a la entrada de la ciudad.

Tras haber convertido en realidad sus sueños de infancia, Friné murió en el 315 a.C. en Atenas.

FIN


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